Comienza la narración de Adso con el Evangelio de San Juan, proclamando como única verdad incuestionable el dogma de la Santísima Trinidad. En efecto, el Verbum latino, traducción del griego Lógos, la Palabra, se refiere a Cristo, que, según San Juan, "se hizo carne y habitó entre nosotros". La otra obra atribuida a San Juan, el Apocalipsis, tendrá una gran presencia en la novela. A renglón seguido, y con nuevas citas bíblicas (Primera carta a los Corintios, San Pablo, XIII), Adso nos recuerda lo difícil que es encontrar la verdad y cuán esquivos son sus signos, introduciéndonos ya en uno de los temas principales de la novela, donde la filosofía medieval y, concretamente, el Nominalismo, tendrán un papel central. Precisamente a la luz de este tema, cabe preguntarse si Eco trasciende aquí el significado bíblico del Verbo y, tomándolo en su acepción ordinaria de "palabra", genera una ironía de carácter nominalista a partir de las palabras del Apóstol: la palabra como generadora de la realidad, la palabra como única realidad, pero también la palabra como realidad huidiza y engañosa o, desde un punto de vista nominalista, puro nombre. También en el evangelio de San Juan se dice: "yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin de todas las cosas". Créase esto o no se crea, desde un punto de vista estrictamente laico, sí podemos afirmar que todo, al menos todo cuanto podemos decir y pensar, cabe en una veintena de signos, que empiezan por alfa y terminan por omega. ¿"Nomina nuda tenemus"? Volveremos a hablar de ello al acabar la lectura de la novela.
Por último, quiero subrayar la afortunada expresión "la plegaria del desciframiento", como una actitud de humilde sabiduría hacia un mundo que sólo con trabajo y paciencia (y quizá nisiquiera así) revela sus secretos a quien lee en el libro de la naturaleza. No perdamos de vista el hecho de que Umberto Eco era profesor de Semiótica.
Esta entrada me ha traído a la memoria la visita que hice, hace ya una eternidad, a la isla de Patmos y, en particular, a la cueva donde la tradición dice que San Juan escribió su "Apocalipsis", el lugar en el que surgieron las visiones infernales de la caída final de la humanidad que lo inspiraron para escribir el Libro de las Revelaciones, el final del Nuevo Testamento que contiene algunas de las descripciones más portentosas de la Biblia.
ResponderEliminarGracias, Ramiro, por este ejercicio de flash back que la lectura de tu texto me ha proporcionado.